Una idea hay que tenerla clara en sociología, y es que ninguna cultura podría existir sin sociedad. Pero por la misma razón, no puede haber una sociedad sin cultura. Sin cultura no podríamos ser humanos, en el sentido que normalmente le damos, al igual que tampoco podríamos desarrollar una lengua con la cual expresarnos y nuestra capacidad para pensar y razonar seria muy limitada. Existen variaciones culturales entre seres humanos que están ligados a los distintos tipos de sociedad. Charles Darwin intentó comprender lo que los seres humanos comparten como especie, así como las variaciones en la cultura humana.
Según Darwin, el desarrollo de la especie humana se produjo como resultado de un proceso aleatorio, concepción que dio lugar a la teoría evolucionista. La evolución es el resultado de lo que Darwin llamó selección natural. Ésta consiste en la regla del mejor adaptado, ya que éste es el más inteligente y el más rápido, cosa que lo hace estar por encima de los otros animales y por lo tanto, el que sobrevive a todas las adversidades. Esta teoría permite adquirir un claro conocimiento sobre le surgimiento
de las diferentes especies y de sus relaciones entre sí.

La especie humana surgió como resultado de un largo proceso de evolución biológica. Los seres humanos y los monos han evolucionado a partir de grupos de especies primitivas ancestrales que vivieron hace muchos millones de años, lo cual significa que los humanos no son descendientes de los monos, sino que comparten un mismo origen. La evidencia parece confirmar el hecho de que el desarrollo cultural precedió la evolución de la especie humana. Los sociólogos ven un estrecho paralelismo entre el comportamiento humano y el animal. La sociología se refiere a la aplicación de principios biológicos a la explicación de las actividades sociales, incluyendo a los seres humanos. Ésta es importante por sus aportaciones al campo del comportamiento animal y no tanto por sus ideas sobre la vida social humana, que son de un alto nivel especulativo. Nuestro comportamiento está genéticamente influido, pero nuestra dotación genética probablemente condiciona únicamente las potencialidades de nuestro comportamiento, no el conocimiento en sí mismo de nuestras actividades.
Los valores y las normas de comportamiento varían mucho de una cultura a otra, y a menudo contrastan notablemente con lo que los habitantes de las sociedades occidentales consideran “normal”. Aún así, dentro de la diversidad del comportamiento cultural humano existen ciertos rasgos comunes. Cuando éstos se encuentran en todas, o prácticamente todas, las sociedades reciben el nombre de universales culturales. La institución del matrimonio es un ejemplo de universal cultural, como también lo son los rituales religiosos y los derechos de la propiedad. No obstante, la posesión del lenguaje es una de los atributos culturales más distintivos de la especie humana, común a todas las culturas. Todas las sociedades utilizan el habla como vehículo del lenguaje. Sin embargo, existen sin duda otros modos de transmitir o expresar el lenguaje; sobretodo, la escritura. Los símbolos que utilizan el habla y la escritura constituyen la vía principal por la que se construyen y expresan los significados culturales. Para entender con mejor claridad todo este tema, hay que tener clara la teoría de Mead.
George H. Mead fue el fundador de la escuela interpretativa, cuyo objeto de estudio era la comunicación interpersonal. Mead formuló la teoría del acto social, término con el cual designa la unidad de interacción por la que cada actor tiene en cuenta al otro al actuar, de tal modo que la acción de cada uno es un estímulo para la respuesta del otro. El acto social empieza con el gesto, que revela algo sobre el estado interno. La reacción consecuente del otro es lo que da significado al gesto, y esto ha desarrollado la comunicación y el lenguaje como gestos vocales. El lenguaje produce la misma reacción en quien lo produce y en el otro, y en este contexto, el pensamiento es entendido como una interacción simbólica internalizada.
El análisis semiótico puede resultar muy útil al comparar distintas culturas. Las variaciones en la cultura material aportan los principales medios de clasificación de los distintos tipos de sociedades a lo largo de la historia, pues el modo en que las personas se organizan para satisfacer sus necesidades básicas influye en casi todos los demás aspectos de la cultura.
Se pueden distinguir diversos tipos de sociedades premodernas. En las sociedades recolectoras y cazadoras las personas viven de la pesca, la caza y la recolección. Un modo de ganarse la vida parecido al de las sociedades agrarias, que principalmente lo hacen mediante la agricultura, a menudo suplementada por la caza y la recolección. En las sociedades de pastores, en cambio, son dependientes de la cría de los animales domésticos para la subsistencia material. El desarrollo y la expansión de Occidente condujeron a la conquista de numerosas zonas del mundo, alternado de un modo radical sistemas sociales y culturas con un profundo arraigo. En las sociedades industrializadas la producción industrial se convierte en la base principal de la economía.
Los países industrializados del Primer Mundo incluyen a las naciones de occidente, además de Japón, Australia y Nueva Zelanda. En estos existen grandes desigualdades de clase, aunque menos pronunciadas que en los estados tradicionales. Los países del segundo mundo eran sociedades industrializadas regidas por gobiernos comunistas. Existen marcadas desigualdades de clase, aunque el objetivo de los gobiernos marxistas (seguidores de la teoría de la lucha de clases de Karl Marx) de estas sociedades era crear un sistema sin clases. Estas sociedades del Segundo Mundo existieron desde principios del siglo XIX hasta el 1991, cuando la Unión soviética abandonó el comunismo. Finalmente, encontramos a los países del Tercer Mundo, en los que vive la inmensa mayoría de la población mundial, y los que fueron en su casi totalidad áreas anteriormente colonizadas. Son sociedades en las cuales la mayoría de la población trabaja en la agricultura y vive en áreas rurales, empleando básicamente métodos de producción tradicionales. Sin embargo, parte de la producción agrícola se vende en los mercados mundiales. El Primer y el Tercer Mundo se han desarrollado en interconexión uno con otro, y hoy están más íntimamente ligados de lo que lo han estado nunca. Los que vivimos en sociedades industrializadas dependemos de numerosas materias primas y productos manufacturados provenientes del Tercer Mundo.
Se pueden distinguir diversos tipos de sociedades premodernas. En las sociedades recolectoras y cazadoras las personas viven de la pesca, la caza y la recolección. Un modo de ganarse la vida parecido al de las sociedades agrarias, que principalmente lo hacen mediante la agricultura, a menudo suplementada por la caza y la recolección. En las sociedades de pastores, en cambio, son dependientes de la cría de los animales domésticos para la subsistencia material. El desarrollo y la expansión de Occidente condujeron a la conquista de numerosas zonas del mundo, alternado de un modo radical sistemas sociales y culturas con un profundo arraigo. En las sociedades industrializadas la producción industrial se convierte en la base principal de la economía.
Los países industrializados del Primer Mundo incluyen a las naciones de occidente, además de Japón, Australia y Nueva Zelanda. En estos existen grandes desigualdades de clase, aunque menos pronunciadas que en los estados tradicionales. Los países del segundo mundo eran sociedades industrializadas regidas por gobiernos comunistas. Existen marcadas desigualdades de clase, aunque el objetivo de los gobiernos marxistas (seguidores de la teoría de la lucha de clases de Karl Marx) de estas sociedades era crear un sistema sin clases. Estas sociedades del Segundo Mundo existieron desde principios del siglo XIX hasta el 1991, cuando la Unión soviética abandonó el comunismo. Finalmente, encontramos a los países del Tercer Mundo, en los que vive la inmensa mayoría de la población mundial, y los que fueron en su casi totalidad áreas anteriormente colonizadas. Son sociedades en las cuales la mayoría de la población trabaja en la agricultura y vive en áreas rurales, empleando básicamente métodos de producción tradicionales. Sin embargo, parte de la producción agrícola se vende en los mercados mundiales. El Primer y el Tercer Mundo se han desarrollado en interconexión uno con otro, y hoy están más íntimamente ligados de lo que lo han estado nunca. Los que vivimos en sociedades industrializadas dependemos de numerosas materias primas y productos manufacturados provenientes del Tercer Mundo.
Las sociedades que existen hoy en el mundo son diferentes delos tipos tradicionales de orden social que predominan en el mundo durante miles de años, hasta hace aproximadamente dos siglos. Como seres humanos tenemos toda una serie de características en común, pero también estamos fuertemente influidos por los valores y los hábitos culturales de las sociedades en las que vivimos.
Hagamos una comparación visual de las diferencias entre el Tercer y el Primer Mundo:
-Tercer mundo
-Primer Mundo


No hay comentarios:
Publicar un comentario